Mejor aprender a no agarrar
Escuchamos mucho eso de “aprende a soltar”, de no quedarnos apegados a aquello que nos está lastimando, aquello que ya no nos corresponde o aquello que un día fue pero que ya no es...
Como siempre, es mucho más fácil el dicho que el hecho. ¿Cuánto nos puede llegar a costar deshacernos de un pensamiento, de una compañía o de una situación? Será por comodidad, por sentirnos en una zona de confort, por miedo al cambio, por eso del QUERER más que AMAR.
¿Y qué es lo que se crea dentro de ti mientras estás pasando por esa transición, esa resistencia al soltar? Sí, es cierto que te curtes, que de toda “mala experiencia” puedes sacar una lectura, y que cuanto peor lo pasamos, solemos aprender más rápido. Pero también construimos corazas, desconfianza, y en muchas ocasiones, miedo frente a la vida, al sentirnos vivos. Capas protectoras que después nos cuestan mucho trabajo deshacer, que nos limitan y nos prohíben vivir nuevas experiencias que posiblemente sí nos sumarían.
Pero ya, cambiando a este nuevo paradigma que entre todos estamos construyendo, porque no aprender mejor a no tomar aquello que podemos ver o prever que nos va a lastimar. Por qué no aprender a discernir, poniendo un poco de cabeza pero sobre todo instinto, antes de tomar o lanzarnos a una decisión. Preguntarnos si eso es lo que nos acercará a nuestro mayor propósito, si nos hará de eslabón para llegar al presente y futuro que queremos construir para nosotros.
Ya es hora que entendamos también que podemos aprender sin sufrir, que tras la autoobservación, el aprender a valorarse y poner límites, sabiendo lo que nos merecemos, y a no permitir experiencias, personas ni pensamientos en nuestro campo. Podemos elegir mejor, y siempre desde el amor.
¿Por qué aprender a puñetazos cuando podemos aprender con caricias?
Que a partir de ahora, esta nueva energía del 23, más que aprender a soltar, nos enseñe a no agarrar aquello que no nos nutre.
Terminemos de soltar aquello que no queremos ver más en nuestro camino, pero con el propósito de llenarlo nosotros mismos de nuestro propio amor, sin dar deliberadamente ese hueco al “diablo” por miedo al vacío. Espérate. Ten paciencia. Verás como lo “bueno” va a llegar. Solo confía y siéntete completo/a con lo que ya eres.
¡Abrázate y Reconócete!
PD: Este trabajo de soltar y aprender a ver el valor en uno mismo, es uno de los procesos que vivimos en los programas de Depuración Hepática, que van mucho, MUCHO más allá de perder unos kilos o eliminar retención de líquidos. Esto es solo una consecuencia de trabajar y remover emociones estancadas a través de las meditaciones y conexiones que hacemos. De liberarnos de falsas creencias y responsabilidades. Cuando ordenas y cambias tus pensamientos y emociones, el cuerpo se deshace y desapega de aquello que lo protege y cubre de más.
Este mes de enero no hacemos la depuración grupal como de costumbre, sabéis que he estado en otros temas personales y enfocada en construir otros proyectos profesionales, pero sí la retomaremos en el Equinoccio de Primavera (registros ya abiertos - con precio especial hasta el 30 de enero).
Cuando aprendemos a no agarrar lo que nos lastima, no necesitamos estas corazas ni protección.
Gracias.
Carla